La faraónica obra ideada durante la presidencia de Néstor Kirchner de construir un tren de alta velocidad que comunique Buenos Aires con Rosario y con Córdoba sería una de las principales beneficiadas con el acuerdo del Club de París. Por ahora, el proyecto está frenado por varios motivos. El primero, y quizá más importante, es que el Gobierno no ha adjudicado formalmente la licitación. El expediente se empantanó en los vericuetos de la istración pública. Sucede que el Ministerio de Economía nunca le puso la firma a la licitación.
Una y varias veces, la dirección General de Asuntos Jurídicos le devolvió la carpeta sin la firma al pie a su vecino, el Ministerio de Planificación Federal. En realidad, en el Palacio de Hacienda pusieron varios reparos istrativos, pero hay quienes desconfían del monto, alrededor de 1250 millones de dólares, y por eso las negativas.
El ex ministro de Economía Miguel Peirano nunca estuvo de acuerdo en legitimar la licitación. De hecho, en los meses que estuvo en el cargo, el expediente buscó sin éxito la firma de sus hombres. Otro de los problemas de la obra radica en el financiamiento. En abril, el único oferente para la construcción del tren, el Grupo Veloxia, presentó una oferta de 1320,5 millones de dólares. La propuesta incluyó la financiación del 80% para la parte electromecánica que le otorgará el banco Société Générale Corporate and Investment Banking.
Esa financiación tiene una tasa estimada en 5,2 por ciento anual y un plazo de retorno de 16 años. Según cuentan quienes están cerca de la negociación, el dinero del banco francés no llegará hasta que el Gobierno argentino acuerde con el Club de París. El Grupo Veloxia es una unión de empresas que integran la sa Alstom, las argentinas Iecsa y Emepa, y la española Isolux Corsan.
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